martes, 7 de julio de 2015

Con ellos empezó todo

Empecé a grabarme cintas (cassettes) con 11 ó 12 años. Creo que fue la edad en que comencé a desarrollar mis propios gustos musicales, todavía sin salirme de los cánones comerciales dictados por los 40 Principales.

No es que antes no mostrase interés por la música, pero se limitaba a escuchar atentamente la música que ponían mis padres, sobre todo cuando íbamos en el coche. Lo primero que recuerdo es el Thriller, de Michael Jackson, que comenzaba con Wanna Be Startin' Somethin'. Este estuvo sonando durante muchísimo tiempo, y me encantaba. Y también recuerdo una cinta de Barbara Streisand, muy intensita ella, que también sonó durante una buena temporada.


Volviendo a las grabaciones, aquellas primeras sesiones eran algo artesanales, que es la manera fina de decir que eran lo más chapucero que te puedas echar a la cara. Un radiocassette de una pletina (todavía no estaba a mi alcance lo de la doble pletina, ya que no me dejaban el radiocassette del salón), la radio bien sintonizada, un dedo sobre el botón de Play y otro sobre el de Stop (lo del Pause lo descubrí más tarde). Se trataba de "cazar" algunas de mis canciones favoritas mientras sonaban por la radio. El proceso requería cierta destreza, ya que yo pertenecía a la casta de los "puristas", aunque entonces no lo sabía.

La mayoría de los chavales y chavalas de mi edad que grababan su música, es decir, casi todos, no eran tan maniáticos. Solían comenzar a grabar en el momento que el locutor anunciaba su canción favorita, y cortaban cuando acababa la canción. Daba igual que el locutor se hubiese tirado toda la canción hablando o comentando tonterías, lo importante era tener la canción, y punto. A veces, tras la canción favorita, venía otra que también gustaba. No había más que dejar la cinta grabando hasta que llegase algún tema no deseado. No importaba si en medio se colaba algún anuncio, las señales horarias o una larga parrafada del locutor. De esta manera, para la gran mayoría de mis coetáneos, era un proceso sencillo. Prácticamente no había manera de pifiarla. Si se acababa la cinta, se le daba la vuelta y a seguir. Si te perdías un trozo de canción durante el proceso, no importaba demasiado. Si al darle la vuelta a la cinta te cargabas otra canción que hubiese allí grabada, tampoco. Eso eran detalles insignificantes, detalles que a los puristas nos sacaban de quicio.

Para un purista como yo, esto que he explicado antes no era presentable. Los puristas queríamos tener la canción original, inmaculada, libre de comentarios, anuncios, interferencias o ruiditos extraños. Esto no era nada fácil. De hecho, tener la canción completa era imposible, y lo sabía. Por eso me conformaba con un 80-90% de la misma. Si conseguía ese porcentaje, lo consideraba como una toma buena. Pero pronto me di cuenta de que a los 40 Principales no le gustaba lo que estaba haciendo: ellos no me lo iban a poner fácil.

El principal problema siempre fueron los locutores con sus parrafadas estúpidas. Recuerdo haberme cabreado más de una vez preguntándome qué coño estaban haciendo. No entendía por qué se empeñaban en hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y no dejar escuchar la música. Había veces en que se tiraban toda la canción hablando por encima de la misma, alabando al artista, o vomitando datos inútiles, o comentando tonterías, o dando información de futuros conciertos.

Otro gran problema eran las señales horarias, algo común a todas las cadenas de radio. Pero, mientras en casi todas las cadenas las señales se comunicaban con un discreto pitido, en los 40 Principales no. Ellos lo hacían a lo grande. Para ellos las señales horarias eran la excusa para meter 5 ó 6 estridentes pitidos (el ultimo era terrorífico), cortar la canción sin importar el momento en que estuviera, no importaba si acababa de empezar o si estaba a punto de terminar, y meter publicidad a saco, ya fuera suya o de terceros. ¡Sooon las cuatro de la taaaaarrrdeeeeee! ¡Los cuareeeeentaaaa, principalesssssss! gritaban, mientras tú te cagabas en toda su familia.

Otro problema que también se daba a menudo, sobre todo debido a los aparatos de baja calidad en los que grababa, eran las interferencias. Llevabas toda la tarde esperando aquella canción, al fin la ponen. El locutor comienza la típica parrafada, pero no se extiende mucho (¡bien!). Dabas al Play, ponías el dedo en el Stop (no fuera a ser que no te diera tiempo 3 minutos después) y, misteriosamente, comenzaban las interferencias. De repente, aquella emisora que llevabas escuchando toda la tarde sin problemas se escuchaba con intermitencias o un molesto ruido de fondo, arruinando tu grabación y haciendo inutil la paciente espera. Por eso, con las interferencias había que hacer algunas concesiones. Si duraban unos pocos segundos y no se volvían a repetir, se ignoraban. Ya, ya, sé que pensaréis "Vaya purista de mierda". Pero es que los puristas, en el fondo, también somos personas. De vez en cuando descuidabamos el rigor y hacíamos algunas concesiones.

Y así transcurría la dura vida de este humilde grabador purista que, a pesar de todas estas dificultades, conseguía grabar alguna cinta completa de cuando en cuando. Cuando conseguía ese hito, me tiraba una temporada sin grabar, ya que el proceso era tan duro que acababa exhausto... jejeje. Bueno, en realidad era porque sólo tenía una cinta, y seguir grabando implicaba tener que borrar cosas. Así pues, disfrutaba de aquella cinta durante un tiempo, normalmente hasta que aparecían nuevas canciones que me gustasen, y volvía a empezar.

Y después de toda esta parrafada seguro que algunos estaréis pensando... ¿y no nos va a contar qué coño grababa en las malditas cintas? Bueno, creo que es fácil de imaginar. Lo que grababa era la música que vomitaba los 40 Principales por aquella época. De esa música, lo que más recuerdo es Madonna, Michael Jackson, Mecano, tal vez cosas de Prefab Sprout, Spandau Ballet, A-Ha, Eurythmics, The Communards, The Cure, Cindy Lauper, Radio Futura, ... y muchos bombazos de grupos de un sólo éxito. Pero hay un par de grupos que, cada vez que sacaban un tema, siempre estaban en mis cintas. Su música es lo que más me identifica con aquella época. Estos dos grupos, que hoy me parecen risibles, todo hay que decirlo, comenzaron a forjar mi gusto por el rock y el heavy metal. Estos dos grupos eran Europe y Bon Jovi, sobre todo Europe. Con ellos empezó todo.

1 comentario:

  1. Que recuerdos... las autenticas e incombustibles cintas de FERRO (óxido férrico), anda que no habré pasado horas y horas delante de la radio esperando la canción de mi grupo favorito.
    Respecto a los gustos musicales, no creo que se pueda pedir mucho mas si atendemos a la edad, la época y el lugar en el que nos toco vivir. Aunque siempre nos quedaban las gasolineras (recuerdo una cinta mítica de Obus) o los mercadillos de cintas copiadas, como alternativas culturales para economías de postguerra o de propina, que en el fondo es lo mismo.

    ...Que recuerdos...

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